Por Estefany Rangel
Publicado 2 de abr. de 2025
Estados Unidos
Tal parece que los narcotraficantes en México han dejado de depender de drones importados y ahora fabrican sus propios dispositivos a la medida, con mayor capacidad de carga, para transportar grandes cantidades de drogas como fentanilo y metanfetamina hacia Estados Unidos, según un informe de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) presentado a la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) en 2024. “Se tienen noticias de que los traficantes se inclinan ahora por sistemas de fabricación local y hechos a la medida. Al parecer, los drones fabricados a medida pueden transportar hasta 100 kilogramos”, advierte el documento. El uso de drones para el tráfico de drogas no es nuevo. Desde 2010, las autoridades mexicanas alertaron a EE.UU. sobre la incursión de aeronaves teledirigidas en la frontera. Entre 2012 y 2014, la CBP detectó 150 drones cruzando con cargamentos ilícitos, los cuales fueron neutralizados por agentes de seguridad. Para 2022, la cifra se disparó a más de 10 mil incursiones en la zona del Río Grande, entre Tamaulipas y Texas, una de las rutas más utilizadas por el narcotráfico. De acuerdo con la CBP, México, Colombia y Estados Unidos han reportado incidentes en los que se han utilizado drones para el tráfico de drogas, principalmente en fronteras y centros penitenciarios. Los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación han optimizado estos dispositivos con sistemas de navegación por satélite, lo que les permite programar rutas de vuelo y aterrizaje con precisión para garantizar la entrega segura de los cargamentos ilícitos. A pesar del incremento en el uso de esta tecnología, la JIFE sostiene que las cantidades transportadas mediante drones aún son menores en comparación con los métodos tradicionales como el tráfico marítimo, terrestre y aéreo. “Aunque esta tendencia sigue siendo en gran medida un fenómeno regional, los avances tecnológicos, el aumento de la capacidad, el abaratamiento de los costos y la mejora de las estrategias operacionales tal vez den lugar a un incremento en el futuro de las cantidades totales de drogas traficadas a través de esos sistemas”, advierte el informe. Para contrarrestar esta amenaza, la JIFE ha recomendado a los gobiernos de México, Estados Unidos y Colombia implementar medidas legislativas y tecnológicas como la detección por radar y el uso de geovallas para interceptar drones empleados en el tráfico de drogas. Además, la ONU ha señalado que la Unión Europea trabaja en un marco regulador para combatir el uso ilícito de aeronaves teledirigidas, aunque reconoce que “en general, las leyes y reglamentaciones nacionales no suelen contener disposiciones relativas al tráfico de drogas mediante esos sistemas”. El informe 2024 de la JIFE también advierte que, además del uso de drones, los cárteles mexicanos han intensificado el uso de “narcosubmarinos” para el tráfico de drogas en el océano. “El tráfico de cocaína de América del Sur a México, y de México a Estados Unidos, está controlado en buena medida por los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG). Esos cárteles obtienen remesas de varias toneladas de cocaína en polvo y base de cocaína de traficantes sudamericanos, que luego las transportan clandestinamente —bien por rutas terrestres y vías acuáticas costeras de Centroamérica, bien por mar hasta islas caribeñas como Puerto Rico y República Dominicana— y, por último, las introducen en Estados Unidos. Una vez en ese país, la sustancia es distribuida por grupos delictivos locales y bandas callejeras”, concluye el informe.